sábado, 21 de diciembre de 2013

Cruzo el umbral por última vez...

      Cruzo el umbral por última vez y pareciera que los recuerdos nunca se detienen, recuerdo mi vida entera, el nacer entre bosques de pinos y criarme en una jungla de cemento, el ver mi primer amor y el despedirme del último, el vivir, el crecer y, finalmente, el morir. Los recuerdos se funden, entremezclan y se despiden para finalmente dejarme, convirtiendo mi existencia en la imagen de un viejo cerezo: Que fue creciendo en cada día, que vio el florecer de sus recuerdos y de sus últimas hojas la caída. Y es que hoy termina mi último otoño y cada hoja de recuerdo me deja para darle paso al eterno invierno espectral.
        
         Cruzo el umbral por última vez y escucho los pasos a cada lado, los pasos de aquellos que me cargan con cariño y tristeza, que me cargan en sus corazones y que más nunca me olvidarán, aquellos a los que cuidé y protegí ya se valen por sí mismos, hacen sus vidas y forman sus propios recuerdos, me alegro por ellos y me voy para permitirles seguir seguros en su andar.
        
         Cruzo el umbral por última vez y siento el silencio vivir a través de este parque, morada de los otros, aquellos que se ven tan lejanos y hoy ya están tan cerca, tal como lo han estado, sin que lo supiera, en cada paso de mi vida y cada pensamiento fugaz, eran ellos los que gritaban mi nombre en las horas finales y hoy me esperan con los brazos abiertos para permitirme descansar.
        
         Cruzo el umbral por última vez y me despido del mundo, porque hoy yo pertenezco a esta sociedad de los callados, adiós existencia mía, adiós hijos queridos, cuando se cierren las puertas de este pequeño umbral, línea entre comienzo y fin, vida y muerte, yo habré dejado esta hermosa existencia, pero lo habré hecho porque era tiempo, porque me espera finalmente la paz.


Rafael D'Heredia

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